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Publicado en el Diario La Nación de Neiva (Huila, Colombia) el 24 de Abril de 2011.

«Somos esclavos de lo que decimos y señores de nuestros silencios».

Una clave maravillosa de bienestar y que además favorece la comunicación celestial es el silencio interior. El silencio en sí mismo contiene una sabiduría tan infinita, que ha sido denominado como la lengua del corazón. Y no me refiero solamente al silencio común de no pronunciar palabra, sino también a acallar la mente bulliciosa ya que el silencio mental es muy superior al del habla.

Cuando dormimos profundamente, entramos en contacto directo con el extraordinario poder del silencio. Es por ello que los sueños constituyen una fuente increíble de guía divina, sanación y mensajes angelicales. Sin embargo, también podemos aprender a acceder a las bondades del silencio interior en estados conscientes de vigilia.

El silencio no es exactamente la ausencia de sonidos externos. Es más un estado de tranquilidad en el que podemos oír lo que se mueve en nuestro interior con mayor claridad. Una conexión y verdadera comunicación con Dios al sincronizar nuestra conciencia con Su Conciencia.

Entre los beneficios del silencio interior encontramos que ejerce una influencia sedante asombrosa sobre el cerebro y el sistema nervioso. Desarrolla la fuerza de voluntad, aporta paz mental, promueve la paciencia y frena el impulso de la palabra, entre otros. Además, es de gran ayuda para controlar las emociones tóxicas. Por ejemplo, el desasosiego, el malestar y la irritabilidad desaparecen y se siente uno lleno de serenidad, fortaleza, sabiduría, paz, quietud y alegría.

Invierte en ti, ajusta tu agenda personal y regálate al menos un espacio de silencio cada día. Adicional al hecho de relajar tu cuerpo por completo, te ayudará a adiestrar tu mente para permanecer aquí y ahora en el presente, sin los fantasmas del pasado o las incertidumbres del futuro.

Al hacer silencio, usamos el poder de la introspección que es lo mismo que  “ir hacia adentro” porque todo el conocimiento ya está ahí, en nuestro interior. Al reencontrarnos con nuestro propio Ser, recordamos quiénes somos, dejamos de hacer preguntas afuera y hallamos en nuestra mente serena las respuestas.

De todas maneras, hacer regularmente un ayuno de la palabra es provechoso también ya que reeduca al ego, el cual tiene la enloquecedora costumbre de hablar todo el tiempo. Además, las palabras escritas y habladas poseen gran fuerza y en ocasiones su energía se puede desperdiciar por medio de charlas ociosas.

Aparte del ruido exterior, desconéctate literalmente de tu propia palabrería mental, de tus conversaciones internas y conéctate con tu Ser Superior a través de este sencillo ejercicio de silencio que a continuación comparto:

Apaga tu celular, radio, televisión, etc. y pide no ser interrumpido. Siéntate cómodamente, invoca la presencia de tus ángeles guardianes y pídeles que te asistan y aclaren tus canales de comunicación con la Divinidad.  Cierra tus ojos y respira profundamente varias veces reteniendo el aire por unos instantes. En la primera inhalación, inspira Paz.  En la siguiente Amor. Luego: Luz, Alegría, Salud y cualquier otra sensación de armonía que desees. En cada una de las exhalaciones entrega a Dios y a sus bellos mensajeros, tus miedos, angustias y todo lo que sientas que no marcha bien en este momento de tu vida.

Después, respira cinco veces de manera continua. Es decir, sin hacer pausa entre inhalación y exhalación, formando un círculo en tu respiración. Mantén tu atención en la acción de respirar sin detenerte en ningún pensamiento conscientemente. Si aparece alguno, no luches con el. Déjalo pasar, céntrate y continúa respirando. Deléitate con el dulce sonido de la tranquilidad y permanece en paz con tu cuerpo, tus emociones, tu Ser.

En esta segunda parte no es conveniente respirar más de cinco veces porque te puedes marear ya que generalmente el cuerpo no está acostumbrado y la energía que se genera es bastante fuerte. En la medida que vayas haciendo progreso en esta práctica, podrás ir añadiendo más respiraciones.

Es normal encontrar dificultad al empezar a practicar el silencio porque se puede sentir que los pensamientos inútiles y/o negativos nos acechan. No te desesperes. La práctica del silencio debe ser gradual y como cualquier disciplina, requiere decisión, dedicación y determinación.

Entre el caos y la prisa del mundo en que vivimos, el silencio es una de las mejores herramientas con la que cuentas para acercarte a la Divinidad y a ti mismo. Además de ser una práctica transformadora, el silencio es una experiencia muy personal y elevada de la conciencia. Un encuentro con Dios, con el Poder que somos.

Martha Muñoz Losada