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Publicado en el Diario La Nación de Neiva (Huila, Colombia) el 29 de Septiembre de 2013.

Cada instante que pasas quejándote por algo, viéndolo todo gris y sumiéndote en negatividad, realmente es un desperdicio de tiempo. Cuando por el contrario, decides agradecer, ser optimista y fluir, cada vivencia es preciosa.

Para ser positivos no se requiere que todo salga de manera perfecta. No tiene que ver con resultados ni con eventos externos. Se asocia con la decisión persona e interior respecto a cómo elegimos sentirnos y experimentar cualquier situación. La mejor opción, indiscutiblemente: el amor.

La paz interior es la meta de cada uno de nosotros. Si actuamos con desespero, todo nos sale desesperado. Si le impregnamos negatividad a lo que hacemos, ya imaginarás el desenlace: drama, angustia, escasez, caos, enfermedad, por no añadir más.

Para empezar, la negatividad no eres tú, puede ser un rasgo, pero no la totalidad de tu mente (eso es lo que el ego desea que creas). Tu esencia es amor, tú eres una creación divina y no hay negatividad en las obras de Dios.

Cualquier tipo de negatividad surge del miedo. De catalogar algo como malo, de considerar que no somos buenos. Nada nos puede ocurrir que no sea por nuestra propia elección, porque la vida nos devuelve lo que le hemos dado.

El “negativo” siempre espera que las cosas le salgan mal.  Precisamente escuché esta mañana esto: “cuando tu ves un mundo hostil, el mundo es hostil contigo. Cuando ves un mundo amoroso, el mundo es amoroso contigo”. Qué bueno que nunca es tarde para cambiar de postura. Qué tal si le dices a Dios:

Dios Padre, mi actitud negativa me ha llenado de apatía, dudas y miedos. Esto solo me ha conducido a sentirme desdichado/a, a apartarme de Ti y de mis seres queridos. Por favor envíame a tus ángeles, quiero llenarme de amor, quiero escuchar otra voz diferente a la de mi ego. Solo Tu Voz y Tu amor me conducirán a reconocer tu Reino en mi corazón. Amén.

Porque el Reino de los Cielos ya está dentro de nosotros. De manera que, cada uno es responsable de los pensamientos y percepciones acerca del cielo que ya experimenta. No puedes sentir la compañía y el amor de los ángeles hacia ti, a menos que reconozcas tu esencia divina, el poder de tus pensamientos y el Reino de los Cielos dentro de ti. Y no serás libre y estarás despierto, hasta que liberes los pensamientos de negatividad que te encarcelan.

No es obligarte a ti mismo, de un momento a otro, a ser el más positivo del planeta de dientes para afuera. Si realmente te quieres dejar ayudar, debes empezar por reconocer tu negatividad. Esto es un acto de amor propio. No pelees con ella. Acepta que la sientes y no te juzgues. Mejor transfórmala, ayúdate, armonízate, renueva tu energía. Refréscate dándote la oportunidad de hacer cosas nuevas, de ver la vida desde otra óptica porque la negatividad es como una llanta bajita de aire. No puedes ir a ningún lado hasta que hagas un alto y la cambies.

La negatividad es producto de una mente sin amor y en consecuencia desgasta y enferma. Invita a tus ángeles a colmarte de gozo. Conscientemente procura el positivismo en tu interior. Permítete ser feliz. No te compliques, alégrate. Si no te haces cargo de tu negatividad, ella te controlará a ti. Y al igual que otras emociones, la negatividad atrae más negatividad.

Mejor, llénate de entusiasmo. Cuando en conciencia, respiras el amor, la luz, la alegría y la paz de Dios, cada célula de tu cuerpo se revitaliza. Por el contrario, la negatividad es una de las razones que más debilita el sistema inmunológico, como reacción a los pensamientos y a la amargura que manejamos en la mente.

Por ello, literalmente no te enfoques exclusivamente en ese aspecto «negativo», en eso que no está funcionando en tu vida. Si, atiéndelo. Pero y lo bueno, ¿dónde lo dejas?, ¿las bendiciones no cuentan?. Solo observa a tu alrededor, hay tanto por agradecer. La decisión de honrar y hacer conexión con el Poder Creador de Dios depende de cada uno.

Cada vez que renuncias a la negatividad, te conectas inmediatamente a la luz y te enraizas en el aquí y en el ahora. Opta además por restarle fuerza a toda la pauta mental que no sea positiva, lo que no proceda del amor, a todo lo que te habías creído y deja que Dios te dirija, sin analizar ni polemizar con El. Bien dice una de mis maestras: A Dios no se entiende, se siente.

Dírigete a Dios con tu corazón dispuesto:

He tocado fondo Padre. Admito que creía que mis respuestas eran correctas. Hoy elijo devolverte toda mi mente. Elijo que Tu Luz me ayude a resolver mis conflictos interiores. Renuncio a la negatividad, corrígeme por favor. Que el amor de los ángeles me muestre el camino de regreso a Ti.

Por otro lado, la mayoría de nosotros en un grado u otro hemos sufrido de negatividad. Así que, si entramos en contacto con algún ser negativo no lo hagamos a un lado. Dice Yehuda Berg que, incluso la persona aparentemente más negativa, puede tener un mensaje para nosotros si nos acercamos con un corazón y una mente abierta. 

Brevemente te comparto una experiencia personal. Hace algunos años acercándose la época de navidad, entré a un sitio a comprar unos panes. Mientras me los alistaban, la persona que estaba en caja comenzó a hablarme y a renegar de una manera impresionante acerca de todo lo aparentemente malo que el año que terminaba le había traído. Sentí que me guiaban a envolverla en silencio en luz de color salmón. Yo solo la miraba y escuchaba mientras hacía lo que los ángeles me indicaban. Fue solo cuestión de pocos minutos, pero sin yo pronunciar ni una palabra, esta persona comenzó a cambiar su expresión. Le pasé el dinero para pagar la compra, me entregó el paquete y con una sonrisa grande en su rostro me dijo: “Yo se que Dios está conmigo y que el próximo año será mejor”. Me despedí feliz y maravillada de contemplar lo que los ángeles acababan de hacer. Dios es muy grande.

Para terminar, vigila el color de tu diálogo interior, trabaja con alegría y optimismo, rodéate de entornos afectuosos y no desperdicies ninguna oportunidad de crecimiento.

Es mi elección permanecer receptiva a la armonía y procurar energía positiva en mi interior y alrededor.

 Martha Muñoz Losada